Pocos
deportistas pueden decir que son leyendas vivientes. Y si se habla de tenis, es
Roger Federer quién lleva ese título pegado en su espalda cada vez que salta a
una cancha. Un jugador con una lista interminable de trofeos, récords, y que a
sus 33 años mantiene un nivel competitivo que lo llevan a seguir estando en el
podio mundial, actualmente en el tercer escalón del ranking y a tan sólo 500
puntos del segundo, nada menos que Rafael Nadal.
Nació en Binningen (Suiza) en 1981,
una pequeña ciudad que limita con Basilea, lugar en donde se crió y vivió casi
toda su infancia junto a su padre Robert (también helvético), su madre Lynette
(sudafricana) y su hermana Diana. Un niño rebelde y especialmente temperamental,
que tuvo que aprender a controlar su comportamiento para crecer en el deporte
que practica desde sus ocho años.
Con su humildad y talento innato se
encargó de escribir su nombre en lo más alto de la historia. Siendo apenas un
adolescente lograba su primer título en Milán en 2001, y empezaba a meterse
entre los grandes del tenis, consagrándose en ese momento, no por lo conseguido
en la ciudad italiana, sino por lo que vendría poco más tarde en Wimbledon,
cuando en aquel recordado y épico encuentro le ganó a Pete Sampras, quién venía
de obtener las últimas cuatro ediciones, y donde desplegó sus primeras lágrimas
de victoria, pese a que caería en la siguiente fase. Ese partido fue un aviso
de lo que vendría.
Dos años más tarde lograría su primer Grand
Slam, en ese mismo césped de Londres, y allí empezaría a nacer una lista de
récords que lo caracterizan. Diecisiete trofeos Majors, diez finales seguidas
en los mismos y el único jugador que se coronó en cinco años consecutivos en
dos de estos torneos (el de la capital inglesa y el US Open). Además ha
participado desde 1999, en 64 de ellos sin falta desde el Abierto de Australia
hasta el de Estados Unidos en 2014, y sigue contando.
La última vez que el suizo estuvo en
lo más alto del ranking ATP fue en noviembre de 2012, dónde otra marca única e
histórica quedó registrada. Son 302 las semanas que Federer estuvo al frente de
la clasificación (237 al hilo), superando a Pete Sampras, quién se había
retirado con 286. Su primera aparición como número uno del mundo fue en febrero
de 2004, con apenas 22 primaveras.
Números que asombran y asustan en
cierto modo, y más sabiendo que Roger sigue en buen estado físico, competitivo,
y hasta temible por su juego que se mantiene a pesar de sus casi dos décadas
como profesional. Cuando muchos tenistas piensan en llegar a la edad del
helvético y retirarse, él aún sabe que puede ganarle tanto a un top 10 como al
líder de la tabla, a pesar de que tenga cinco, seis o siete años más.
Ahora en el Masters 1000 de Shanghái,
Federer, quién ya consiguió veintitrés de este tipo de torneos, tiene la
oportunidad de escribir un nuevo capítulo en su interminable y laureada
historia, ya que no sólo buscará superar la barrera de los ochenta títulos ATP,
sino que volverá la semana que viene al segundo escalón de la clasificación
mundial, superando al español Nadal. Tras haber vencido en tres sets al
argentino Leonardo Mayer, le queda un camino bastante accesible hasta las
semifinales, donde podría cruzarse con Novak Djokovic.
El serbio ante el suizo ya es un
clásico moderno, un encuentro de pura calidad que no suele defraudar a los
amantes del tenis. No por una enemistad que pueda existir entre ambos, sino por
las marcas tan parejas que han dejado en el historial entre ellos, dónde el de
Basilea lo supera apenas por una victoria (18-17). Este año se vieron las caras
en cuatro ocasiones, con dos choques por semifinales (ganadas por Roger) y las
restantes en la definición de Wimbledon e Indian Wells, con Nole coronándose
campeón.
Pero quizás el duelo más llamativo
actualmente para los aficionados no es el del helvético con Novak, sino con
Rafael Nadal, el cual para muchos podría ser la mayor rivalidad deportiva
registrada en el mundo de las raquetas. ¿Por qué? No porque sea más equitativo
estadísticamente (todo lo contrario), ni tampoco por tener debates poco
amistosos entre ellos. Es claramente uno de los choques más antagónicos en
estilos de juego, con la técnica y clase característica de Federer, y la
potencia o fuerza física del español.
Una variedad en cancha que pocas
veces se puede ver, y disfrutable en cada encuentro. El diestro con su típico
revés cortado y el zurdo cruzando la bola. Pero si se habla de números, Rafa
está muy por encima, ya que en treinta y tres enfrentamientos ante el suizo, el
mallorquín se quedó con veintidós de ellos, y por si fuera poco, hace más de
dos años que el suizo no logra una victoria ante él. Algo que en cierto modo no
es tanto si contamos que las veces que se enfrentaron entre 2012 y 2014 fueron
siete, aunque tan sólo una quedó en Basilea.
De todas maneras, nadie le puede
quitar a Roger Federer ser un amo y señor del tenis, por títulos, por récords,
por hitos, y por su capacidad para “rejuvenecer su juego”. Cualquiera que haya
nacido en la década de los ‘90 o 2000, surgió con la imagen de esta leyenda
como el mejor jugador del mundo, y difícilmente exista un deportista capaz de
igualar la cantidad de años en los que perduró esa frase sobre este maestro.
Y esto también lo marca la
estadística. Más allá de la cantidad de semanas en las que estuvo prendido a la
punta del ranking, el suizo está en el Top 10 desde 2002 y desde entonces no ha
salido de allí. Por si fuera poco, es el único tenista en la historia en
acumular ocho años consecutivos intercalando solamente entre el primer y
segundo puesto, mientras que entre los cinco mejores se mantuvo por más de
diez. Y no todo lo hizo de joven. En 2012 (edad de 31), ganó un Masters
(Cincinnati) sin perder el servicio, algo que sólo él ha podido alcanzar.
Asombra de sólo pensar que aún hay
hitos de Roger sin nombrar. Es el jugador que más títulos obtuvo en Indian
Wells (4), Torneo de Hamburgo (4), Halle (7), Basilea (5), Dubái (6), Doha (3)
y justamente el de Ohio (5). Nada menos que tres M1000 (el alemán perdió la
categoría en 2008), dos de 500 y los restantes de 250 puntos, todos reinados
por un sólo jugador, al igual que la Copa de Maestros de Londres (6).
¿Es posible encontrar una cuenta
pendiente en un jugador como él? Sí. Los Juegos Olímpicos en materia individuales
están en el debe de Federer y posiblemente quedarán. Logró obtener la medalla
de oro en Beijing junto a su compatriota Stanislas Wawrinka, pero no satisface
a alguien que ha alguien titulado como el mejor de todos los tiempos.
En aquella cita, el suizo cayó en
los cuartos de final ante el estadounidense James Blake en dos sets y su
ilusión parecía deslumbrarse. Pero su perseverancia lo llevó a volver con más
fuerza a Londres 2012, dónde volvió a llegar como máximo favorito de la
competencia y por primera vez pisar la definición, aunque muy desgastado por el
épico choque ante Juan Martín Del Potro por semifinales, que le costaron cuatro
horas y media para derrotar al argentino (el encuentro más largo de la
historia).
Ese cansancio le costó la medalla de
oro, que quedará como el único escollo (de individuales) en la carrera del
suizo, ya que fue derrotado en tres sets ante el británico Andy Murray, por un
apabullante 6-2, 6-1 y 6-4, pagando caro el esfuerzo ante el hoy 14º de la ATP,
y quedándose con la de plata, que parece tener gusto a poco. Cabe recordar que
los próximos JJ.OO. son en Río de Janeiro 2016, por lo que difícilmente un
tenista que a esa altura tendría casi 35 años, pueda subir a lo más alto del
podio.
Claro que poco debe importarle a alguien
que ha ganado todo, se ha quedado con casi todas las coronas, ha disfrutado de
casi 1000 victorias oficiales en lo que va de su carrera y es probable que
consiga llegar a esa meta (le faltan 21), y lo más destacable, es que es poco
común encontrar a un amante del tenis que opine que Roger Federer no es el
mejor de todos los tiempos.
No por nada fue reconocido en 2011
como el segundo ser humano más confiable y respetado del mundo, únicamente por
debajo de Nelson Mandela (fallecido en 2013), lo que lo hace el deportista con
mayor reputación del planeta. Esto representa, no sólo lo que ha logrado con
una raqueta en la mano, sino lo que consiguió como persona, ganándose el cariño
de todos los países.
Si se pudiera hablar de perfección,
Federer es lo más cerca que se puede nombrar a ese término, alcanzando todo lo
que se ha puesto como meta en su vida, desde que pegó el saltó a la fama a
principio del siglo. Toda una generación que vio a un tenista que superó cada
momento, cada obstáculo, y sorprendió a los más de 7000 millones de habitantes,
con la elegancia que lo caracteriza.
Un destino quizás que fue escrito
para él, con un padre que quería hacerlo futbolista, que lo hizo practicar en
las inferiores de Basel (club de la Superliga suiza), pero que a pesar de ser
hincha reconocido del club donde se crió y jugó en esas categorías, optó por
ser tenista. Deportes difíciles si los hay, pero él con esa competitividad que
siempre se le destacó de niño y adolescente, logró meterse en la historia de
este deporte.
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