Parece estar todo casi resuelta la confirmación de que Uruguay y Argentina organizarán en conjunto el Mundial de 2030, por lo que en las próximas semanas la FIFA podría anunciarlo, así como la o las sedes para la Copa del Mundo a disputarse en 2026.
Dentro de 16 años se estará cumpliendo el centenario de la primera edición del Mundial de la FIFA, la cual se celebró en 1930, y la ocasión amerita que haya un reconocimiento oficial para recordar el
origen de las competencias ecuménicas a nivel de selecciones. Tras Sudáfrica 2010, empezaron a generarse avances políticos para dicho hecho, y en reuniones previas de la dirigencia futbolística del país africano se fueron escalonando en forma ascendente durante la Copa América 2011 en la vecina orilla. Luego contaron con un aval claro en la reunión que se produjo en Mendoza, en
2012, en la previa al partido entre albicelestes y charrúas por las
eliminatorias.
El año pasado, la conducción de la AFA empezó a lanzar el
tema en conversaciones informales, pero cuando Julio Grondona lo
reconoció en público, la cuestión tomó alcance oficial. Ahora, sólo
falta que la FIFA deje la designación confirmada para evitar las
suspicacias acerca de la concesión de las sedes para los mundiales próximos al de los paises asiáticos. Ya en suelo sudafricano, antes de la final entre España y
Holanda se había sesionado para designar a Rusia y Qatar como los
organizados de 2018 y 2022, respectivamente.
Hay un trasfondo político interno que bien vale desmenuzar: la actual
conducción de Joseph Blatter vence a fines de 2015. El suizo está siendo
duramente cuestionado por la propia dirigencia europea, nucleada en la
UEFA, que preside el exjugador francés Michel Platini. El avance de los dirigentes
del Viejo Continente está haciendo eje en desgastar la figura del
presidente de la FIFA, quién está al mando de ese organismo desde 1998. El
directivo helvético sucedió en el cargo al brasileño Joao Havelange,
quien comandó a la máxima institución del fútbol mundial durante 24 años seguidos, a partir de 1974.
Por tales motivos, como las presiones de la UEFA toman mayor consistencia semana tras semana, es que Blatter ahora se encuentra en postura de mantener la sede de Rusia para 2018, pero de poner en duda que en 2022 se organice en Qatar. La jugada es clara: quitarle entidad al avance del organismo europeo en sus denuncias sobre la concesión a los qataríes.
Inclusive, cinco de los seis mayores
asociados comerciales de la FIFA, tales como Sony, Visa, Hyundai, Adidas
y Budweiser, exigen que se investigue sobre las denuncias que recaen en
que el dirigente qatarí Mohamed Bin Hamman habría sobornado a
directivos de diferentes asociaciones para que la sede quede en el
emirato árabe. Por otro lado, que hoy, en Brasil, una
de las causas de las protestas sociales masivas hayan sido las
irregularidades en derredor del presupuesto para la organización de la
Copa de las Confederaciones y del Mundial 2014, no es sorpresa para
nadie.
Mientras Blatter está en el centro de la
escena política, lo cierto es que las posibilidades de que FIFA
convierta en realidad al proyecto del Mundial 2030 sigue siendo
factible, más que nada porque no pesa ningún tipo de sospechas sobre el
proyecto. Una decisión que quizá pueda salir antes de fines de este año y
que reportaría que tanto uruguayos como argentinos tengan la chance de
organizar su segundo Mundial con mucha anticipación, tal como ahora les
está pasando a los brasileños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario